Nueva reflexión sobre la urgencia de redescubrir el teatro, entre las tablas y las páginas. ¿Quién anda ahí? Móstoles: Teatro escolar
Las conversaciones sobre la escasa lectura de teatro son corrientes entre dramaturgos. Preocupa el bajo índice de venta de libros de teatro y de lectura de estos libros por parte del público. Si la poesía sufre de esta deficiencia lectora, el teatro sufre aún más, lo cual lo sitúa en una posición débil. Las personas van al cine antes que al teatro y antes compran libros de poesía que de teatro. Si no has leído teatro alguna vez, no puedes ver lo preocupante que resulta esta deficiencia lectora. Los lectores buscan novelas, alguno avezado hará alguna incursión, fugaz y recelosa, en la poesía, y volverá enseguida a las mieles de las novelas. Así, su percepción de la literatura queda mutilado dejándole sumido en una habitación sin vistas. El cuento (otro género denostado por los lectores en nuestro país), la poesía y el teatro, son imprescindibles para comprender la literatura y para percibir el mundo. El teatro abre en el lector una dimensión perceptiva que lo enriquece. Hay grandes dramaturgos y obras extraordinarias de teatro de las que aprender mucho. Rememoro tiempos de instituto y, si bien, se hablaba de teatro, dependías de la persona que diera la clase para profundizar algo en él. Recuerdo a la señorita Herminia Ureña (un personaje, siendo sincero), apasionada de Federico García Lorca, al que dedicó varias clases en detrimento de otros autores; tanto así que organizó la representación leída de La casa de Bernarda Alba y se emocionaba hasta la lágrima leyendo los poemas de Lorca. Su pasión, al menos, nos acercó el teatro a nuestras vidas prístinas. Gracias a ella también conocí Tres sombreros de copa, de Miguel Mihura, una de mis obras favoritas que aún me conmueve.
El teatro es un gran recurso en las escuelas, solo que viene a ser aplicado a modo de entretenimiento, como una actuación de fin de curso donde los niños pueden cantar y bailar. El teatro, claro, es más que entretenimiento. Deberían existir Compañías de actores voluntarios, abrirse centros donde las personas puedan aprender a actuar, a escribir y a vivir el teatro. Experimenta participando como actor en una obra, querido lector, y sabrás bien de lo que hablo, además de comprobar cómo cambia algo dentro de ti, cómo se dispersan muchos temores y cómo te reconforta tu manera de sentir el día a día. El teatro es algo grandioso y su lectura es algo imprescindible. Estos días anuncian una nueva edición de la Muestra de Teatro Escolar en Móstoles y la noticia me mueve a sonreír. Todos sabemos que las semillas se siembran a edad temprana, pocos sabemos que se cuidan y se mantienen en las diferentes etapas de la vida y apenas nadie reconoce el esplendor cosechado de aquellas siembras. Al tiempo que se celebra la Feria del Libro de Madrid, Móstoles disfrutará, del dos al trece de junio, de la Muestra de Teatro Escolar, en la que participarán más de trescientos setenta y cinco niños de diez centros de Educación Infantil y Primaria, con doce montajes repartidos en más de dieciséis funciones cuyas puestas en escena se llevarán a cabo en el Centro Cultural Villa de Móstoles y en los centros socioculturales Joan Miró, Norte-Universidad y El Soto. Se inaugura la Muestra el dos de junio en el Centro Cultural Villa de Móstoles y se clausura en el Teatro del Bosque con el musical Pinocho.
Junio es el mes del sol y de la cultura, de los libros y del teatro. Y es el mes de los niños. Tina habla con Jero porque sus personajes interactúan en la obra. Ella es una niña perdida y él es un árbol que se mueve y puede andar. Tienen un pequeño diálogo en el que ella hace preguntas más difíciles que requieren una respuesta más larga y sabia del árbol, que no entiende bien su texto y lo recita de «memorieta». El árbol pregunta menos y las respuestas de la niña son más sencillas: «¿dónde vas por este bosque tan peligroso?» (remarcando las eses). «¿Dónde podría ir por estos caminos y cuál podría escoger?». Jero respondió en el primer ensayo que tomara el camino que quisiera, que a él le daba igual. Todos se echaron a reír, hasta la profesora que, enseguida, le conminó a ceñirse al texto. «¡Hay que ser profesional!», clama con algo de sobreactuación para no tensar el ambiente. Comienzan de nuevo y Jero lee la respuesta sobreactuando. Así comienza todo, Jero preguntándose por qué se presentó de voluntario y recordando que sonaba divertido en aquel momento. Le gusta hacer cosas y, en el fondo, le llamaba la atención actuar. Tiene buena memoria si le pone voluntad. Además, disfrazarse es divertido, aunque no esperaba hacerlo de árbol, pero, como es alto y corpulento, razón por la que posiblemente le dieran el papel, puede permitirse ser un árbol grande y fuerte, con voz varonil que trata de impostar, para desesperación de la profesora, que le pide hablar con su voz propia, que es suficientemente grave.
Me agrada que el teatro se encuentre arraigado en Móstoles, no solo por su programa Escena Móstoles sino por muestras como la que se inicia en un par de días. El teatro nos aporta felicidad, aprendizaje sobre nosotros mismos y sobre el mundo, y nos hace mejores en el sentido de ampliar nuestra mirada y nuestra percepción, y de hacernos inteligentes a la hora de comprender nuestro entorno y nuestras emociones. El teatro es cultura, un pilar imprescindible. Disfruta de las funciones y lee teatro.
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