La exposición de Estrella Segovia estará hasta el 19 de enero. ‘Miscelánea’ llega hasta el Centro Sociocultural El Soto de Móstoles.
El arte es en muchísimas ocasiones un elemento de reflexión sobre la vida y el día a día que nos rodea, un momento de parada para coger aire y poder continuar, un freno en el que poner en pausa el ritmo vertiginoso de la realidad, un elemento de comunicación 5G entre el artista y el público o la sociedad en la que vive. Probablemente todas estas definiciones puedan formar parte de la última exposición de Estrella Segovia que acaba de llegar a Móstoles y estará hasta el 19 de enero. ‘Miscelánea’ llega hasta el Centro Sociocultural El Soto de Móstoles.
Experimentar
La muestra reúne una colección de obras que suponen un viaje personal que refleja tanto las inquietudes internas como la constante curiosidad por experimentar con formas, texturas y colores de la pintora. «Algunas piezas, como «Tortuosa y bella, la vida», surgieron de momentos de introspección profunda, donde los tonos verdes y las formas orgánicas intentan capturar un sentimiento de calma. Otras, como las de la serie «Andrea», nacieron de un impulso más visceral, lleno de colores vibrantes y trazos enérgicos que reflejan la intensidad de ciertas emociones que provoca mi amor por mi hija», según palabras de la propia artista.
Una exposición en la que conviven tanto lo abstracto como lo figurativo, lo emocional y lo conceptual, lo pequeño y lo monumental. Para la artista, esta diversidad no es caótica, sino una forma de honrar la riqueza de la experiencia humana, la riqueza del arte. Las obras están elaboradas con materiales mixtos, por lo que cada una ha supuesto un desafío técnico, un espacio de descubrimiento y, a veces, de sufrimiento cuando no se consigue plasmar en el lienzo lo que se tiene en la cabeza. Cada espectador podrá realizar su propia interpretación de las piezas y quizá esa sea la mayor grandeza del arte la profunda, intima y única conexión de cada espectador con cada una de las obras.
Segovia ha realizado una exposición personal pero también fuertemente humana, de piel, cercana a lo que sienten y viven las personas. En este caso ella, pero podríamos ser cualquiera. Y en tiempos de apariencias, selfies, lugares comunes y postureo ‘Micelánea’ es un regalo para los sentidos pero, especialmente, para la conciencia y el alma.
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