¿Quién anda ahí? Móstoles: Marzo

¿Quién anda ahí? Móstoles: Marzo

 

Nueva columna semanal sobre los últimos acontecimientos que han pasado por Móstoles. ¿Quién anda ahí? Móstoles: Marzo

Este mes ha entrado con algunos reveses provocados por la lluvia, como el desbordamiento del río Guadarrama a su paso por nuestra ciudad y las inundaciones en la calle Montecarlo y el barrio de Estoril II, entre otras incidencias que han supuesto más de ciento cincuenta intervenciones de los servicios de emergencia y mantenimiento en pocos días. Hemos conmemorado a las víctimas del atentado deleznable del 11M, que aún remueve dolor en nuestro corazón y no acaba de cicatrizar en nuestra memoria. Nuestra fe nos mueve a levantarnos cada día para hacer de esas horas un tiempo de avance y seguir prosperando en nuestras esperanzas e ilusiones. No en vano es el mes de la llegada de la primavera, que se produce meteorológicamente el día uno, si bien su equinoccio se produce el día veinte, marcando el inicio de la primavera astronómica. Los creyentes prosiguen sus días de Cuaresma, simbolizando la prueba que hubo de atravesar Jesús al permanecer cuarenta días sin comer en el desierto de Judea, resistiendo varias tentaciones. Bien podría decirse que es un mes de prueba para todos, pues suelen ser, sus días, la tempestad que precede la calma. Su nombre deriva del latín Martius, derivado de Mars, cuyo significado es «relativo a Marte», el dios romano de la guerra. Era el primer mes del año en la antigua Roma y cuando se iniciaban las campañas militares del Imperio, transcurrido el invierno y comenzadas las cosechas de primavera. Llega uno a suponer que las guerras eran un entretenimiento de temporada y es posible que no ande muy descaminado en las causas que mueven el belicismo del ser humano. Interesante es pensar que heredamos aquellos tiempos, siglo tras siglo, reviviendo las mismas emociones cada época del año, que algo, en nuestra memoria genética, mueve nuestros impulsos y sensaciones e, incluso, nuestros estados de ánimo.

Una coincidencia, querido lector: los Idus (días quince de marzo, mayo, julio y octubre, y los días trece en el resto de los meses) eran días de buenos augurios y hoy estás leyendo estas palabras en los Idus de Marzo, que se convirtió en un día funesto tras la célebre traición y asesinato de Julio César a manos de Bruto y otros conspiradores, en el año 44 a.d.n.e. La afamada expresión escrita por Shakespeare en su obra Julio César, «¡cuídate de los Idus de Marzo!», como advertencia de un vidente al emperador, en realidad no fue pronunciada nunca más allá de los teatros salvo por la difusión oral popular, pero querrá advertir de algún mal por llegar, si la escuchas. No seré yo quien la pronuncie, queda en calma y que los idus de marzo te favorezcan. Marzo es un mes de renovación y cambio, como bien sabes, y, tal cual era tradición en la antigua Roma, se celebran diversas fiestas que nos reconfortan y reaniman nuestro espíritu. Degustamos frambuesas, fresas, aguacates, coco, ciruelas, melón, uvas, pomelo, alcachofas, berenjenas y brócolis, entre una gran variedad de sabores frescos y saludables de temporada. Florecen los tulipanes, los cerezos, los lirios, las begonias, las prímulas y las conocidas peonías, dulces y románticas.

Móstoles se prepara para la primavera y disfrutamos de más horas de sol cada día. Finalizaremos el mes con el esperado cambio horario, que se producirá el sábado día veintinueve, noche en la que sacrificaremos una hora de sueño para beneficiarnos de la luz solar durante los meses de las dos próximas estaciones. Quedarán atrás las lluvias, los días de incertidumbre y medio acechantes, y los días de exámenes de la segunda Evaluación. En tanto, marzo nos trae agradables noticias como la recomendable propuesta de Cine expandido para familia, que trae el Museo Centro de Arte Dos de Mayo (CA2M): proyección gratuita de cortometrajes y piezas audiovisuales amenizadas con actividades interactivas. Inauguramos, también, la nueva Junta de Distrito número seis, que representa al barrio más joven de Móstoles hasta el momento, conocido como PAU-4 y habitado por quince mil personas acuciadas de necesidades infraestructurales específicas que van solventándose en virtud del ritmo de crecimiento de Móstoles, una ciudad adulta con un ritmo dinámico de crecimiento.

Las lluvias de Marzo traen esta nostalgia en ocasiones, llevándonos a recordar los tiempos de barro en los zapatos y las botas, los tiempos de las carteras a la espalda y de las caminatas para ver a los amigos o acudir a alguna clase extraescolar o al entrenamiento deportivo. Los tiempos en que nuestros mayores no sabían qué hacer con tanta libertad sobrevenida y rompían en júbilo con el detalle social más nimio. Tiempos en que la villa tenía cerca de dieciocho mil habitantes, antes de pasar a ciento cincuenta mil en una década (cuarenta y cinco años después, cuenta con doscientos catorce mil). Aquellos días en que todo era posible y había tierra que recorrer así fuera corriendo o caminando… El recuerdo es una parte vital de nuestro ser y la nostalgia de estos días nos permite recorrerlo en el detalle de las vivencias que nos marcaron. Erra quien se convence de que mirar al pasado perjudica la salud y afecta perjudicialmente al ánimo. Nuestra mirada, como la lluvia, es quien hace reverdecer un prado o arrasarlo en una crecida. Somos pasado y crecemos gracias a él, que se expande en el tiempo confirmando camino con nuestros pasos y experiencias. Olvida la dualidad entre las buenas y las malas vivencias. Noche y día, con sus peculiaridades, conforman cada día de nuestra existencia. Mirar al pasado es sano, vivimos en él y por él, nos sana y nos alecciona, nos reconforta y nos guía. La ciudad, como las personas, gozan de este mismo pasado y requieren de él para crecer y evolucionar; son tan pasado como presente. Los aires de este mes han traído esta reflexión a mí y deseaba hacerte partícipe de ella, lector. No dejamos de compartir todos una misma esencia y nuestros días avanzan al mismo compás, con su gesto identitario y sus peculiaridades. Cada uno de nosotros los vivimos en función de nuestra idiosincrasia personal y contextual, pero hay un rasgo común, quizá: la esperanza. Escucha el susurro de esa melodía y contempla el matiz de esos colores, respira el aire y observa el cielo. Conserva un momento de calma y déjate sentir. Entre esas líneas, se mueve la esperanza por estos días de Marzo.

*Queda terminantemente prohibido el uso o distribución sin previo consentimiento del texto o de las imágenes que aparecen en este artículo.

Suscríbete gratis al

Canal de WhatsApp 
Canal de Telegram

La actualidad de Móstoles en mostoleshoy.com