Entrevista extraída del último número en papel. José Luis y Mireya Moreno, de Marisquerías Moreno: «Nos debemos a la gente de Móstoles»
Nada más entrar por la puerta de Marisquerías Moreno II, nos reciben José Luis y Mireya con una enorme sonrisa y una amabilidad que nos hace sentirnos como en nuestra propia casa. Joaquín Parejo, Mikaela Yousu y quien esto escribe nos quedamos con la boca abierta al contemplar la enormidad del restaurante —que, por cierto, está en la antigua carretera de Extremadura (N-V), km 20— y sorprendidos por la variedad de marisco que se ofrece de venta al público nada más entrar.
Los inicios de un legado familiar

Cuando le pregunto a José Luis cómo empezó todo, se le empañan ligeramente los ojos y me cuenta que Cecilio Moreno, su padre —«que en paz descanse»—, empezó en el año 1976 con un local muy pequeñito en la calle Pintor Murillo. «Y poco a poco, luchando, fuimos avanzando y creciendo con mucha ilusión. Esa ilusión sigue intacta, incluso más fuerte aún, gracias al impulso de la tercera generación que ya está trabajando con nosotros», añade.
A su hija Mireya se le iluminan los ojos cuando su padre habla de esa tercera generación. Rápidamente me cuenta que su hermana y ella «tuvimos la suerte de que nuestros padres nos permitieran cursar los mejores estudios. Pero desde pequeñitas hemos vivido el mundo de la hostelería y, además, en familia. Nos motiva muchísimo trabajar todos juntos. Nos entendemos muy bien y, ya sabes lo que dicen: mejor que en casa, en ningún sitio».
Un crecimiento marcado por la demanda del público

Mientras hablamos, no puedo dejar de observar los enormes salones repletos de sillas, mesas, copas y cubiertos. Al preguntarle por la magnitud del restaurante, José Luis me explica que «se debe a la demanda del público, ni más ni menos. Mis padres empezaron con una marisquería de 120 metros; luego ampliamos a la calle Cartaya; después se abrió Moreno II, donde estamos ahora mismo, con 1.400 metros, y hace seis años abrimos en Getafe Moreno III, con 2.200 metros. Cuando mis padres empezaron en el centro de Móstoles, se caracterizaban por la materia prima, por el marisco. En todos nuestros centros tenemos nuestros propios cocederos para abastecer la demanda de nuestros clientes. Diariamente cocemos nuestro género y así garantizamos la calidad y la frescura del producto en el cabezal de marisco».
El valor del esfuerzo y el cambio en la hostelería

José Luis era un chaval cuando sus padres comenzaron con el negocio. «Tenía 12 o 13 años, y mi padre me ponía una caja de cerveza en el suelo para que me subiera y pudiera fregar los platos. En aquella época no había lavavajillas, y recuerdo que cuando compramos el primero fue una auténtica fiesta. A la hora del vermú, de una y media a tres, mi madre le decía a mi padre: «Cecilio, que lleva el niño ahí metido mucho tiempo”. Esto, afortunadamente, ha cambiado. Eran otros tiempos y no estaba mal visto que los niños trabajaran con sus padres. Lo recuerdo con mucho cariño porque, entre otras cosas, me enseñaron el valor del esfuerzo y del trabajo. Creo que son valores importantes que deberíamos enseñar más hoy en día. El mundo de la hostelería ha cambiado mucho, y ha cambiado a mejor. Ahora hay más tiempo libre para conciliar; nuestro personal tiene dos días libres, las tardes de domingo libres y sus horas sin pasarse de las contratadas. Era necesario actualizarse en ese aspecto, y nuestros 160 empleados trabajan con mucha ilusión y compromiso».
José Luis habla de 162 personas que trabajan entre los restaurantes y la central, situada en Fuenlabrada. Al preguntar a Mireya por el secreto del éxito de la marisquería, me dice que su punto fuerte es la relación calidad-precio. «Comer marisco no tiene que ser algo impensable para una familia humilde. Nosotros nos debemos a la gente de Móstoles y, por supuesto, a todos los que vienen de otras zonas. Tenemos muchas bodas, bautizos y comuniones, pero lo que más tenemos son reservas de gente del día a día que confía en nuestra calidad, en nuestro producto y que nos visita a menudo».
Mirando al futuro con ilusión

Al despedirnos, José Luis nos cuenta que esperan un 2026 lleno de “emociones y buenas noticias”. «Lo que hicieron mis padres está muy reconocido, y yo admiro cómo lo hicieron y lo que consiguieron. Pero ahora mis hijas quieren seguir con el legado, y confío totalmente en las nuevas generaciones. Vamos a cumplir 50 años y muy pronto os podremos contar grandes noticias que nos ilusionan mucho».
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