Nueva columna semanal sobre el conocimiento y el desarrollo humano en la educación. ¿Quién anda ahí? Móstoles: Sabiduría
«Una buena pregunta nos hace sabios». Esta frase dio comienzo a esta columna, ¿quién anda ahí? Mi visita al colegio Balmes dejó pendiente una entrevista con su directora, Mayte Rodríguez, que aquel día tuvo que ausentarse. Pudimos encontrarnos una semana después y conversar agradablemente sobre diversos temas. Una conversación fluida, fructífera e interesante que me abrió aún más la mirada y me ofreció una perspectiva inmensa no ya sobre la trayectoria del colegio en estas últimas décadas sino sobre la labor de las personas que se encuentran detrás de lo que puede percibirse a simple vista: una labor educativa no solo basada en el conocimiento sino en los valores y el cariño humano, y no solo teórica sino práctica. Comprendí por qué el colegio deja esa impronta en lo profundo de todo aquel que pasa gran parte de su infancia en ese colegio, si no toda. No hablo solo de los alumnos sino de los padres y los maestros, y del personal auxiliar. Y me pregunté con más empeño: ¿quién anda ahí?
Antes de entrar en el despacho, charlamos con Lluch, una maestra de Infantil. Me reconoció en el pasillo y se acercó a saludarme. Ella estudió desde niña en el colegio hasta acceder a la Universidad y todos sus hermanos estudiaron allí también. Realizó las prácticas en el colegio y, desde entonces, sigue impartiendo clases, ya como maestra titular. Puede decirse que toda su vida ha transcurrido en ese colegio. Bromeo con ella: «Estás en tu casa, prácticamente». «Es mi casa», responde con rotundidad. No es el único caso. Lleva veintinueve años enseñando en el colegio y cabe sumar los que ha estado estudiando como alumna. Sin duda, es una vida formando parte de lo que pienso que es una familia y un hogar.
No tarda en aparecer Mayte, la directora, una persona jovial, disciplinada y afable. Siento que es una persona acostumbrada a manejar la mano izquierda con templanza y la derecha con delicadeza, y enseguida percibo a una persona con una fortaleza interior extraordinaria. Hablamos de profesores que ambos hemos conocido, algunos siguen quedando para comer en Navidad y en verano, y hablamos de aquellos tiempos. Su historia y su relato me fascinan por momentos: ella llegó joven al colegio, tras dos años de profesión exitosa en una farmacéutica. Decidió cambiar el rumbo de su vida y dedicar su trabajo y su vida a la docencia, su verdadero anhelo. Se entrevistó con Don Valentín Morcillo, entonces director del colegio, y comenzó a impartir sus primeras clases vistiendo pantalón vaquero, lo que en aquel tiempo era una declaración de intenciones y una proclama sobre la libertad. No obstante, esto fue apenas el principio. Tras el fallecimiento del director, su mujer, Doña María Luisa Mestre, se hizo cargo de la dirección durante los siguientes años, al cabo de los cuales, llegada su jubilación, veintiún trabajadores, entre los que se encontraba Mayte, tanto docentes como personal auxiliar, se organizaron para tomar las riendas de esta nave y emprendieron el ambicioso proyecto en Febrero de 2004. Apenas unos meses más tarde, una conocida pandilla de vándalos que entraban a hurtadillas en colegios y edificios públicos para «divertirse», logró entrar por la puerta principal y prendieron fuego el sofá de la entrada. El fuego arrasó la entrada y la Secretaría, afectando a las aulas y pasillos de ambos pisos. La mañana de aquel jueves resultó un tremendo golpe emocional para la Dirección, para los docentes y para los padres de alumnos. El recuerdo de Mayte llorando ante la imagen de la catástrofe dejó una huella indeleble en algunos de los presentes. Un momento doloroso superado con coraje, con compañerismo y con el esfuerzo de muchas personas, padres incluidos, que en cuatro días lograron restituir el orden afectado. Todos se pusieron manos a la obra limpiando el mobiliario escolar útil, desechando el insalvable y adecentando las instalaciones. Habla Mayte sobre cómo afectó también a Secretaría aquel fuego, ya que, en aquellos tiempos, todos los registros se realizaban sobre papel.
La Dirección del colegio no solo logró superar aquel contratiempo, sino que logró concertar el colegio, algo que había sido infructuoso durante años. Cabe destacar que sólo existen cinco colegios concertados en Móstoles en tanto que hay once en Alcorcón. Si, hablando del colegio Balmes, un día alguien se pregunta por lo que se encuentra detrás de lo que puede percibirse a simple vista, he aquí la respuesta: personas extraordinarias. Personas con madera de calidad, con carácter y determinación, con corazón y valores. Dirigir el colegio Balmes no ha sido una tarea sencilla hasta llegar a hoy. Si alguien se pregunta cómo puede ser que un colegio cree familia, que sus alumnos, ya adultos, traigan a sus hijos a las mismas aulas donde estudiaron y crecieron ellos, y que este hecho se reitere generación tras generación, cómo es posible que un colegio se haya erigido en una institución de Móstoles, respetada y querida de tal manera, encontrará una sencilla respuesta. Una frase sobre el dintel de la puerta preside con letras claras la entrada al despacho de la directora, Mayte: «Sin cariño, resulta estéril toda educación». Algo que hablé con ella, lo sorprendente que resulta el equilibrio que mantiene el colegio entre las dos manos: entre la enseñanza de calidad y disciplinada, y el cariño y los valores que promueve su filosofía educativa. He observado el rostro de los alumnos de diferentes edades, me he fijado en la libertad con que se mueven y he percibido el ambiente que se respira en el patio, por los pasillos y en las aulas. Me atrevo a decir que se percibe amor y cuidado al tiempo que una educación efectiva. Alumnos que han desarrollado con notable éxito profesional su carrera universitaria abalan la efectividad de la enseñanza en el colegio Balmes, pero también alumnos que han desarrollado una vida de valores y de calidad sin estudios universitarios.
La educación, la sociedad y los tiempos han cambiado mucho y no siempre a mejor. Mayte se pone su bata blanca con el escudo del colegio para dar clase. Imparte Física y Química e inspira respeto y cariño a partes iguales. Cuenta con un excelente equipo de docentes que forman parte de la filosofía educativa y vital del Balmes, y que desarrollan su larga trayectoria profesional en sus aulas. Atisbo que pueden quedar pocos años para su jubilación, pero no parece pensar en ella, cansada pero inagotable. La nave balmesiana ha demostrado su fortaleza y doy por seguro que el Balmes seguirá adelante cincuenta y cuatro años más, y que persistirá su filosofía y calidad de enseñanza gracias a personas como Mayte, que se forjan año tras año y con voluntad férrea en esos principios que trascienden generaciones. Junto a la directora, profesores, profesionales auxiliares y padres, hacen posible que esta institución se mantenga en pie formando corazones en el conocimiento y en los valores vitales que han de hacer de la sociedad siempre algo mejor. Una buena pregunta nos hace sabios: ¿quién anda ahí? Solo puedo animaros a indagar y, desde luego, a ser uno de ellos.
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