Se han presentado 452 obras en esta ocasión. ‘Volví al pueblo’ de Alejandro Mardones ganador del certamen de microrrelatos ‘Misterioso Móstoles’.
Comenzábamos el mes de septiembre con el certamen mostoleño de literatura negra. Relatos de intriga, suspense, de oscuridad y misterio… Elementos claves que se pedían en el certamen mostoleño ‘Misterioso Móstoles’. Hasta el 12 de octubre se podía presentar estos pequeños tesoros literarios con una extensión máxima de 150 palabras. Uno de los elementos claves de este certamen es el factor que juegan las redes sociales. Solo se admiten obras publicadas en Internet mediante respuesta única al post que se publicó en las redes sociales de Móstoles Cultura. Ahora ya tenemos ganador. ‘Volví al pueblo’ de Alejandro Mardones ganador del certamen de microrrelatos ‘Misterioso Móstoles’.
Al borde de la cama
Mardones ha conseguido el máximo premio del certamen con el siguiente microrrelato.
Las ramas de los árboles golpeaban las ventanas y el somier no dejaba de chirriar. Acabó por vencerme el sueño y dejé caer la mano por el borde de la que fue su cama. De la oscuridad nacieron unos dedos huesudos y fríos que entrelazaron con los míos. Reconocí esos anillos finos y apreté fuerte, con ternura. Mamá no se ha ido.
El jurado, formado por Eduardo Alegre, profesor de Literatura creativa; el escritor José Carlos Somoza, considerado uno de los renovadores de la literatura de misterio, y la escritora de cuento y novela, So blonde, ha premiado el microrrelato “Volví al pueblo” por su originalidad, frescura y calidad, y porque ha condensado en pocas palabras los valores literarios de misterio y suspense que se solicitaban en las bases del certamen. En esta ocasión se han presentado al certamen un total de 452 obras, 152 más que el año anterior. Es la III edición de este certamen. Se han recibilido composiciones de toda España pero también de México, Argentina, Colombia, Uruguay, Costa Rica y Perú. El primer premio tiene un galardón de 1.000 euros.
Desde Canarias
El segundo puesto, con 500 € de premio, ha recaído en el trabajo “Casa de las geishas”, escrito por Carmen de la Rosa, de las Islas Canarias.
La casa está escondida entre la frondosidad del jardín, a las afueras de Tokio. En su interior, las geishas se deslizan sin ruido sobre los muñones de los pies como fantasmas con kimono.
Sirven el té a los hombres tras paneles de papel de arroz. Al caer la noche susurran en sus oídos historias sobre la anciana geisha que habita en la habitación del fondo. Alguno exige que lo reciba y se tiende sobre el futón. Entonces aparece, su caballo blanco adornado con rosas rojas recién cortadas del rosal bien abonado que crece bajo su ventana. Sujeta entre sus manos deformes un pañuelo de seda. Se arrodilla y rodea con él la garganta masculina. Ella, que domina el arte de apretar el lazo justo hasta el límite entre el placer y la asfixia. El hombre cierra los ojos. Ella, que siempre aprieta un poco más.
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