Conducir sin estrés en situaciones de atasco o tráfico denso requiere paciencia, respeto, atención y precaución. Los expertos en conducción RACC recuerdan que la seguridad comienza con una actitud calmada y previsora.
En esta nota hemos analizado cómo comportarse en el tráfico urbano, qué distingue a un buen conductor de uno experimentado, qué factores generan estrés al volante y qué medidas ayudan a reducir la tensión. También se abordan el uso correcto de los carriles, los retrovisores y la distancia de seguridad, así como la atención hacia peatones, ciclistas y motoristas.
Gestionar el estrés del tráfico
Conducir en condiciones de tráfico intenso provoca tensión incluso en los conductores con experiencia. Las maniobras imprevistas, las condiciones meteorológicas adversas, los semáforos, las obras y las paradas constantes hacen que se pierda el ritmo y aumente la fatiga mental. En los atascos la dificultad principal es no dejarse llevar por ese ritmo irregular.
Las arrancadas y frenadas continuas reducen la concentración y favorecen los errores. Para gestionar mejor estas situaciones conviene mantener el motor a un régimen estable y utilizar marchas cortas, dosificando el embrague y el acelerador con suavidad. Una conducción fluida ayuda a reducir la fatiga y a mantener la calma incluso en las colas más largas. Aceptar el ritmo del tráfico y mantener una velocidad coherente es la forma más eficaz de reducir el estrés y evitar reacciones impulsivas. Una conducción relajada y constante reduce no solo la tensión, sino también el consumo de combustible y las emisiones.
Anticipar los movimientos de otros vehículos
Observar con antelación lo que ocurre delante es esencial para reaccionar con claridad. Mirar más allá del vehículo que precede permite prever las ralentizaciones y adaptar la velocidad sin frenazos bruscos. Mantener una visión amplia y continua es la manera más eficaz de prevenir errores y conservar el control de la situación.
Mantener la distancia de seguridad
En los atascos la distancia de seguridad suele ser el primer principio que se olvida. El movimiento lento genera una falsa sensación de control, pero bastan unos pocos metros de menos para no tener tiempo de reaccionar. Mantener al menos dos segundos de intervalo respecto al vehículo precedente permite frenar con progresividad y evitar golpes o tirones innecesarios.
Quienes asisten a las clases para obtener el carnet de coche aprenden desde el principio a interpretar el tráfico, gestionar la distancia y prever los movimientos de los demás conductores. En caso de parada repentina es aconsejable dejar siempre espacio suficiente para maniobrar lateralmente y evitar bloquear el carril en una situación de emergencia.
Controlar las zonas no visibles del vehículo
El control constante de los retrovisores es un hábito esencial. Alternar la mirada entre el retrovisor interior y los laterales cada pocos segundos ayuda a percibir la presencia de motos o ciclomotores en los espacios reducidos. En los atascos prolongados conviene utilizar únicamente las luces de posición o las de cruce, evitando deslumbrar al vehículo de delante y mejorando la visibilidad lateral.
Incluso en los vehículos equipados con sensores o cámaras, no debe confiarse exclusivamente en la tecnología: la visión directa debe integrarse siempre con la información de los sistemas de asistencia.
Evitar distracciones en las colas
En situaciones de tráfico intenso la concentración tiende a disminuir, sobre todo cuando el vehículo avanza a baja velocidad. En esas condiciones un solo segundo de distracción puede ser suficiente para no advertir una frenada o la presencia de una moto. Usar el teléfono o manipular el sistema multimedia genera una falsa sensación de seguridad. El RACC recuerda que gran parte de los accidentes urbanos se produce precisamente en las ralentizaciones, cuando la atención se relaja. Establecer una rutina visual —verificar retrovisores, distancia y posición en el carril cada pocos segundos— es la mejor defensa frente a la distracción.
Adoptar la postura correcta al volante
La postura influye directamente en la seguridad. Un asiento mal regulado limita la visibilidad y retrasa los tiempos de reacción. El tronco debe mantenerse recto, con los brazos ligeramente flexionados y las manos situadas a las nueve y cuarto sobre el volante. Durante las paradas prolongadas conviene relajar los hombros y mantener la espalda bien apoyada.
Mantener una temperatura interior estable y una ventilación ligera ayuda a prevenir la somnolencia y a conservar la concentración incluso tras largos periodos de atasco. Una posición estable y relajada mejora el control del vehículo y reduce el estrés físico.
 
		 
			









