Hoy, en la consulta del fisio: frenología, fraude y ciencia-ficción

Las hipótesis y teorías de siglos anteriores que no perduraron en el tiempo. Hoy, en la consulta del fisio: frenología, fraude y ciencia-ficción

Hay diferentes áreas cerebrales encargadas del habla, cognición e incluso, hoy se sabe qué área cerebral afecta al movimiento y coordinación. En el siglo XVIII una corriente pseudocientífica irrumpió con fuerza, la frenología, que aseguraba saber cual era tu personalidad y gustos. Además, también intentó resolver delitos a través de la forma del cráneo. Superchería, que se ganó un hueco entre los estudiosos de la época, llegando incluso a darse como un acierto científico sin tener una teoría establecida.

Sus observaciones y supercherías sentaron la base del conocimiento de la mente humana. Muchos de los que se hacían llamar frenólogos y ocupaban el campo de la ciencia, llegaron a hipótesis válidas para el asombro de la ciencia.

Hoy, en la consulta del fisio: frenología, fraude y ciencia-ficción
Hoy, en la consulta del fisio: frenología, fraude y ciencia-ficción. Si hoy ves un puesto en la calle en una feria de carnaval, que aseguran a ciencia cierta que tu forma del cráneo es un signo de benevolencia, nos lo tomaríamos a broma. Hace escasos ciento cincuenta años, era una de las corrientes científicas más consolidadas con adeptos y estudiosos en todo el mundo.

La frenología, esa ciencia-ficción, fruto del pensamiento de Franz Josep Gall y George Comba, ganó adeptos en todo el mundo, creando multitud de escuelas y encandilando a más de medio mundo. No había país pionero que no tuviera una escuela de frenología capaces de justificar la personalidad.

Tal fue su aceptación, que existían un tipo de consejeros que participaban activamente en la resolución de casos policiales que se dilucidaba a través de la forma de la cabeza. Los devenires de la época fueron influenciados por acontecimientos como este.

Por eso no es de extrañar que la frenología fuera la corriente crítica científica que marcó una época. De hecho, tener uno de sus bustos en el hogar denotaba distinción. Además, tener conocimiento de ello te hacía presuponer ser un entendido y científico.

Suposiciones de la época

Los frenólogos aseguraban que la forma de tu cabeza precedía a una personalidad y que se podía descifrar por la simple palpación de los relieves óseos. La sociedad tragaba con ello por indocumentación, ya que parecía que solucionaba delitos. Hoy en día es impensable, pero en el siglo XVII era diferente, ya que se tenía en plantilla a estos actores para cualquier tipo de estudio.

No es la forma que tengas en la cabeza, más bien lo que hagas con lo que tienes dentro, pues la mente es un complejo sistema neuronal, aún por descifrar. Lo que si se sabe, por ejemplo, es que la empatía aparece por las llamadas neuronas de la asertividad o neuronas espejo. Otro ejemplo es la capacidad de mantenerse de pie, que sucede por las aferencias en la área motora primaria o el área de broca en la capacidad del lenguaje.

No todas sus hipótesis cayeron en saco roto, ya que Wernicke, en años posteriores, a través de estudios de casos que tenía en su consulta, llegó a la siguiente conclusión: por definición tendría que existir un área que pudiera controlar el habla y las funciones superiores como la memoria y atención. Los frenólogos tenían la suposición de que el cerebro se compone de órganos y como tal había algunos capaces de sentir, ponernos en el lugar del otro u otros encargados del lenguaje.

Detractores

La frenología fue la ciencia ficción de la época, al ganar tantos adeptos, que a través de la observación sentaría las bases de descubrimientos actuales. Si bien era un mero relato ficticio, se puede atribuir a la frenología el cambio de paradigma sobre las áreas cerebrales.

Y siguiendo esta estela de ciencia-ficción, entró en escena, uno de sus grandes detractores: Mark Twain, que hizo de las suyas, cual Tom Saller, aventurándose a decir, después de varias visitas a los frenólogos, que la escuela de frenología de los hermanos Fowler, no dilucidaba verdad alguna. Esto iba a contracorriente del pensamiento crítico del momento, un verdadero escándalo, ya que sus teorías eran ampliamente aceptadas.

Aunque la frenología fuera un fraude, lo cierto es que se enseñó en las universidades y llegó a ser una de las corrientes más aceptadas del siglo XVIII. No hay que quitarle méritos, pues estos predecesores de investigadores tenían un método, erróneo, pero lo tenían.

La necesidad de saber, la observación, formulando una hipótesis que si bien era errónea, fue digna de estudio: las áreas cerebrales. Lo cierto es que descubrir los derroteros de la mente, es una idea que aún, sigue fascinando a todo el mundo.

Esta información tan demoledora a la par que brillante, viene escrita por parte de Clínica Rin, cuya información de contacto dejamos a continuación: Av. Dos de Mayo número 40 de Móstoles, 28934. Para cualquier tipo de duda o consulta, su correo electrónico es el siguiente, junto al teléfono: info@clinicarin.com y 609 14 20 93.

Firmado: Enrique Santos Escudero.

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