El conductor decidió no arrancar hasta que la mujer terminará su reclamación por llegar con 10 minutos de retraso. La hoja de reclamaciones de la discordia en un bus de Móstoles.
Los españoles tenemos varios deportes nacionales a los que nos dedicamos con muchas ganas. Los cultivamos de una manera obsesiva. Y querido lector no estoy hablando del fútbol. El primero de ellos es la envidia. ¡Qué le vamos a hacer! Nos cuesta alegrarnos de que a los demás les vaya bien y deseamos que les vaya como a nosotros, sea lo que sea eso. El segundo lo define ese compañero o compañera que todos tenemos en el trabajo y que lleva tatuado en la frente el lema “si mi compañero hace más que yo, a mí me perjudica” Estos individuos te considerarán un enemigo si ven que tú te esfuerzas más que ellos, o quieres aprender diferentes funciones en la empresa o te quedas un rato más para acabar cualquier tema laboral. Entienden que tenemos que igualarnos por abajo, desprecian aquello de mejorar o evolucionar, creen que el esfuerzo es una pandemia mortal y aprender de los compañeros un veneno que no se debe de probar. El tercer deporte fuertemente practicado en este país es la queja. Hasta en sueños nos quejamos “Estoy harto de esto, esto funciona falta, esto es una mierda (con perdón), lo otro es una vergüenza… ” ¿Les suena verdad? Todos conocemos a ese ser que lleva en la piel la insatisfacción permanente y la queja constante. Eso sí, cuando toca articular la queja de manera formal… Nos falta tiempo. No lo hacemos. Llega a nuestra vida la pereza o el cuarto deporte tan español que todavía no hemos citado, la desconfianza. ¿Para qué sirve poner una reclamación oficial? Pues no todo el mundo piensa igual. A veces también sucede que esa persona que se queja de manera formal y articulada se convierte en nuestro enemigo. Lo han contado nuestros compañeros de El Español. La hoja de reclamaciones de la discordia en un bus de Móstoles.
En la 519
Todo ocurrió en la línea 519 entre Móstoles y Villaviciosa de Odón. Una usuaria subió al bus y se quejó de que llegaba 10 minutos tarde a la parada con un gran enfado por parte de la usuaria. Esta mujer exigió una hoja de reclamaciones. Y es que las quejas al aire solo molestan al oído y no sirven de nada (Verba volant, scripta manent). El conductor le dio el documento, pero no arrancó el vehículo hasta que ella no lo hubiese cubierto, provocando que el resto de viajeros tuvieran que esperar con su consecuente cabreo. No sabemos los motivos de no arrancar el vehículo, si es que existe alguna norma absurda (y que solo se respetan al pie de la letra cuando a uno le conviene por cualquier extraño motivo) en esa dirección o simplemente fue por ese otro deporte español que se titula “Pues ahora por mis… “.
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Enfado coral
El resto de los viajeros notablemente enfadados solicitó amablemente a la mujer que no les “tocara los cojones” y rellenara la hoja en su casa. A lo que ella contestó con el aplastante sentido común (que es el menos común de los sentidos) “Estoy en mi derecho a reclamar”. Una vez más se pone de manifiesto lo difícil que es ser diferente. Si todos se quejan al aire sin hoja de reclamaciones no cometas la osadía de rellenar una hoja de reclamaciones.
Como nos encanta grabar todo de manera compulsiva en esta extravagante y poco sensata sociedad del siglo XXI, esto se grabó y se colgó en redes sociales. La bronca del bus ha ocupado buena parte de las horas de tiempo libre que tenemos los españoles y ha alcanzado tal número de reproducciones en redes sociales que ha logrado el calificativo de viral. Que nadie diga que en un viaje en bus camino de Móstoles no pasan cosas. ¡Hasta la próxima de Valle Inclán o Berlanga!
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