¿Quién anda ahí? Móstoles: Escena Móstoles

¿Quién anda ahí? Móstoles: Escena Móstoles

Nueva columna semanal en esta ocasión sobre el ocio y la cultura propuesta en el municipio. ¿Quién anda ahí? Móstoles: Escena Móstoles

El viernes por la tarde siempre ha sido el momento especial de la semana para mí desde mis diecinueve años. Así tuviera examen el lunes y tuviera que madrugar el sábado para estudiar, el viernes por la tarde estaba dedicado a sentirme bien. Ni siquiera quedaba con amigos, dedicaba el tiempo a realizar actividades con la que sentirme en paz y entusiasmado, cosas reconfortantes de espíritu: dibujar, leer, alguna manualidad, escribir, practicar con la guitarra o escuchar música. Estos hábitos van cambiando con los años y la experiencia. Las obligaciones de la madurez nos ponen trampas que no siempre vemos y zancadillas que nos hacen caer. No obstante, la costumbre se ha hecho tradición. De pocos años a aquí, hay una frase que acostumbro a decir cuando alguien querido me pregunta ese día de la semana si tomaremos café por la tarde o saldremos a pasear: «es viernes y todo puede pasar». Un café, un paseo, una charla… Los viernes por la tarde son momentos únicos en los que, en verdad, todo puede pasar. Así ocurrió el pasado viernes diecisiete cuando, gentilmente invitados, acudimos a la presentación del programa de la primera temporada (enero – junio) de Escena Móstoles, que incluye teatro, danza, música y circo de diversos géneros y para todos los públicos. El evento llenó el teatro sin dejar una butaca libre, lo cual revelaba una expectación inusitada. Tras unas palabras acertadas del concejal de Cultura, Desarrollo y Promoción Turística, y del alcalde de Móstoles, la temporada se inauguró con la espectacular obra The primitals, llevada magistralmente a cabo por Primital Brothers, con la producción de Yllana. Tras unos minutos de percusión rítmica alentando la apertura del telón y, apenas abrirse éste, mostrarnos el enorme y pétreo trono ancestral sumido en la neblina y aparecer los personajes en el escenario, pudimos intuir que la obra nos deparaba una emocionante aventura, mas no podíamos imaginar siquiera cuánto iban a emocionarnos y de qué manera. A su propio modo de decir, The primitals «es la extraña y surrealista historia de una tribu ligeramente disfuncional, con luchas intestinas, sueños de grandeza, desequilibrios mentales y farmacopea milenaria». Una comedia musical a capela que obtuvo el Premio del público al mejor espectáculo musical en el Festival Off Avignon (Francia) de 2019 y el Premio del público en la Mostra Internacional de Teatro Cómico e Festivo (MITCFC) de Cangas (Pontevedra) de 2020. Tras disfrutar sobremanera del espectáculo, no me sorprende que les entregaran la Llave de la Ciudad de Caracas en 2017. Conquistan al público desde el primer momento con su puesta en escena, su trabajo actoral y su impresionante interpretación musical de clásicos tan heterogéneos como Stairways to heaven (de Led Zeppelin), Creep (de Radiohead) y Bohemian Rapsody (de Queen), entre otros arreglos y composiciones musicales. Tanto es así que involucran al público en su representación haciéndolos formar parte imprescindible de la función, no solo avivando las risas y los aplausos sino llegando, incluso, a subir al escenario a una relevante espectadora (parte de un grupo político presente), que, dicho sea de paso, obró con gran soltura inmergiendo en el desarrollo de la obra con gracia y complicidad. El colofón final rindió a sus pies a todo el teatro: cuando todo hacía pensar que la obra había llegado a su final, Manu Pilas, uno de los actores, con una voz versátil como rara vez puede escucharse, capaz de susurrar en un falsete prodigioso como de alcanzar una voz de contralto, toca lo más profundo de nuestras emociones interpretando de manera sensacional y sobrecogedora la célebre aria Nessun dorma, del acto final de la ópera Turandot, inconclusa por la muerte de Puccini y acabada por Franco Alfano. Tal fue la interpretación del tenor que, a su término, todas las butacas nos alzamos en pie a aplaudir apasionadamente la función durante al menos tres minutos. Verdaderamente emocionante contemplar a todo el público en pie, enardecido. Nessum dorma significa «no duermas», una expresión que define bien lo vivido en el Teatro del Bosque la tarde de aquel viernes de enero. No podría haber mejor manera de comenzar la primera temporada de Escena Móstoles que con las filas del teatro vibrando con intensidad en un aplauso de corazón emocionado. Móstoles trajo, para su inicio de temporada, una comedia musical que ha recorrido toda la geografía española y han realizado giras internacionales por países como Corea del Sur, Chile, Portugal, Francia, Bélgica y Venezuela, obteniendo un éxito apabullante allá donde han estado. Sin duda, no solo fue una manera espectacular de iniciar la temporada de Escena Móstoles y una declaración de intenciones sobre la programación, sino una muestra de la calidad profesional que acoge nuestra ciudad, reforzando su innegable compromiso con la Cultura.

Confieso que cerré los ojos en más de un instante durante el espectáculo para facilitar que la música colmara mis sentidos y he de reconocer que la armonía y la paz me embargaron de manera extraordinaria y maravillosa. De actuar al aire libre, si ello fuera posible, estoy seguro de que Móstoles vibraría de emoción por todas sus calles. Fue un acierto elegir una obra que nos hizo reír y nos deleitó con extraordinaria música a capella, y fue un acierto la calidad profesional de la producción. Siento, en ocasiones, que Móstoles despierta de un letargo cultural y ha emprendido un camino de compromiso con la cultura que está ubicando la ciudad en el centro de atención de buena parte de la Comunidad de Madrid y de otras regiones. Al hablar de despertar del letargo —aclaro— me refiero a la relevancia de los eventos y al compromiso con la calidad de éstos. Fomentar e impulsar la cultura, el desarrollo y la promoción turística, no trata solo de cumplir con determinados hitos en el calendario sino de comprometerse con la calidad, de arriesgar a dar un paso más allá de lo esperado, de innovar y ofrecer lo mejor de nosotros mismos. Y, por supuesto, situar a Móstoles en un punto de referencia cultural, para satisfacción y orgullo de los mostoleños y para encomio de aquellos allende nuestros confines cuya atención es reclamada por nuestras acciones, nuestros valores y nuestra cultura. Daniel Martín, concejal de esta área, lo expresó bien en su intervención previa: «Seguirá triunfando el rencor y el resentimiento si no hacemos nada quienes defendemos lo que nos une, lo nuestro. Seguirá triunfando la manipulación y la mentira, y así ocurre en la cultura, si no hacemos nada quienes defendemos la justicia y la verdad, y ganarán, aunque parezca accesorio, lo facio, lo chusco, si no defendemos, y ponemos también en la cultura y en lo que hacemos, principios y valores».

El viernes por la tarde todo pudo suceder, incluso ponernos en pie a aplaudir, manos elevadas sobre la cabeza, y gritar ¡bravo!, enaltecidos. Escena Móstoles realizó un trabajo esmerado y encomiable, que aprovecho para resaltar y agradecer. Las personas necesitamos estos momentos, precisamos que la ciudad nos acoja y nos cuide, nutra nuestro espíritu con valores positivos e incite nuestra felicidad. Eso es un hogar. Cuando la ciudad brilla, cuando su cultura se muestra esplendorosa como pulido mineral precioso, nosotros, sus príncipes y su alma, caminamos hacia adelante y en buen sentido. Vencemos. Y siento que la cultura palpita en la villa con energía adolescente, siento la satisfacción de las personas con la forma de hacer las cosas en este y otros ámbitos, que la sonrisa y la música afloran para nuestra gratitud y nuestro solaz. Siento que Móstoles reconforta y proyecta un futuro de esperanza, más allá de promesas y discursos fáciles. Estar en el camino, en el convencimiento reputado por los resultados, es un logro significativo. Que los pasos se constituyan en pequeñas y grandes victorias es lo que nos permite alcanzar con agrado el amanecer del nuevo día. Esa mañana habremos conquistado el corazón de la princesa. «No duermas», instiga el príncipe Calaf en la noche estrellada, aceptado el desafío de resolver tres acertijos para ganar a la princesa: «¡Ganaré al amanecer! ¡Ganaré, ganaré!»… Vincerò, vincerò!

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