Nueva columna semanal sobre la labor y el trabajo de unas vecinas de Móstoles. ¿Quién anda ahí? Móstoles: Tejiendo Redes
Uno de los grandes prodigios de la Naturaleza es la germinación de una semilla, observar como de una minúscula simiente brota un débil y translúcido tallo que crece con los días, nutrido por la tierra y el agua. La raíz crece con el brote y de ella proliferan secundarias nutriendo, a través de sus pelos absorbentes, una esbelta planta que florece en su tiempo cada año. Asimilando mi encuentro de esta semana con las mujeres que conforman Tejiendo Móstoles, observaba esa maravillosa planta que es hoy con sus flores. La misma sensación que se tiene de la vida elemental al contemplar algo grandioso como un atardecer o una montaña inmensa es la que siento en mi perspectiva de este encuentro que me ha recompuesto buena parte del alma. Gema, la persona que me atiende, es una persona dinámica y vital. Desde el instante primero, la emoción de sus palabras lleva a escuchar con atención aplicada cada vivencia. Quise hablar poco porque su narración era un torrente de vida a cuya orilla es necesario sentarse a disfrutar. Gema es una de tantas tejedoras apasionadas que regalaba a familiares y conocidos todo cuanto salía de sus agujas, sus manos y su cariño. Tejía tapetes, mantas, gorros y cuanto resultara útil a los demás. Cuando tuvo a la familia saturada de tanto cariño, pensó en qué hacer con cuanto seguía tejiendo. Así, con ayuda de su hija, abrió una página en una red social y buscó avivadamente personas y grupos aficionados a esta actividad para ver qué hacían y cómo podía colaborar con quien pudiera necesitar de su habilidad. De esta manera encontró un interesante proyecto en el que colaborar: la manta de la vida, organizado por la Asociación de Ayuda al Pueblo Sirio. Ropa y mantas enviadas a Siria desde distintos países para ayudar a las necesitadas víctimas de la guerra. A través de esta Asociación, tuvo la oportunidad de acudir a la embajada de Siria, donde coincidió con Miriam y Toñi, dos mostoleñas confluyendo en la misma iniciativa vital. Tres personas, las tres residentes en la Villa y sin saber la una de la existencia de la otra, se encontraron en la embajada y comenzaron a hablarse y a compartir dos pasiones: tejer y ayudar. Así germinó un propósito y nació la primera raíz: crear un grupo de tejedoras con la finalidad de ayudar a los demás. «Móstoles tiene una población numerosa, ha de haber más personas como nosotras».
En tanto, la Fundación RAIS, ahora denominada Hogar Sí, que atiende a las personas en situación de calle, contacta con ellas para realizar una acción en Móstoles. Ante su excelente disposición, la Fundación recauda lanas de fabricantes y empresas textiles para que Tejiendo Móstoles pueda comenzar su trabajo, así como habla con el Museo Centro de Arte Dos de Mayo (CA2M), entonces dirigido por Ferran Barenblit, para que les conceda un espacio de trabajo, a lo que accede de manera inmediata. Esta acción cubrió de mantas tejidas por ellas los bancos del Parque del Cuartel de Huertas, dando visibilidad a las personas cuya casa es el banco de un parque.
Finalizada esta acción, Tejiendo Móstoles, ya un translúcido tallo formado por cuatro o cinco personas, decidieron seguir acudiendo cada miércoles al Centro CA2M para tejer no solo prendas sino, impensadamente, una red que ha llegado profundo ya y no cesa de crecer. «Si nos echan, nos vamos; si no, nos quedamos. Tampoco damos guerra». Diríase que ocuparon amigablemente una mesa de la cafetería del Centro para proseguir su labor hasta que Manuel Segade, nuevo director del CA2M, se les acercó un buen día, intrigado por aquellas mujeres que acudían a tejer cada miércoles, y mantuvo una amena conversación abriéndoles las puertas del Centro. Todo lo que ha venido aconteciendo desde entonces no es sino la prodigiosa historia de una planta que no cesa de crecer y florecer. Hoy son cerca de cuarenta personas y disponen de una gran mesa en torno a la que reunirse, el Centro les ha facilitado un armario en la Sala de Usos Infinitos y una taquilla en la entrada. Un día se encontraron una inscripción en la mesa, que reza: esta mesa es un espacio de trabajo de uso compartido para todos los visitantes del museo, donde también podéis aprovechar los servicios de cafetería. En torno a ella se reúne periódicamente el grupo Tejiendo Móstoles.
Han colaborado con el Centro tejiendo un toldo para proteger de quemaduras solares las plantas del huerto habilitado en la terraza, así como ornamentos variados para el mismo. Han colaborado con el Instituto de Transición Rompe el Círculo tejiendo hamacas para lo que vino en denominarse el mayor “hamacódromo” de Europa (el primero de España), que se alojó en un pinar del Parque Finca Liana. Otro de sus proyectos ha sido colaborar con el Orfanato Children of Destinity, de Moshi (Tanzania), a través de la organización Vida Significativa, tejiendo aproximadamente cincuenta mantas para los niños del orfanato y amigurumis (muñecos tejidos) que se entregaron a los niños con una tarjeta en la que figuraban dos corazones concéntricos y un mensaje en suahili: Imefumwa kwa upendo kwako, a traducir por “Tejido con amor para ti”. Un detalle que me parece francamente hermoso. Asimismo, tejen habitualmente a Tiki, que es un amigurumi con forma de riñón animado que la Asociación Española de Síndrome Nefrótico Infantil (AESNI) entrega a los niños junto con un cuento que trata de explicar a los niños qué les sucede.
Los proyectos en los que Tejiendo Móstoles participa suponen una gran ayuda para personas de todos los países del mundo. Sus mantas, gorros, bufandas, muñecos, cestas… aportan un calor y cariño inestimables a personas desamparadas, ya sean niños, adultos o ancianos. Miriam, incorporada a la entrevista, me comenta cómo les sigue sorprendiendo la repercusión que están teniendo en Móstoles, en varias provincias de España y en diversos países y medios de comunicación. Observo en su rostro y en el de Gema una satisfacción silenciosa. Relatan con una imagen lo que supone la pasión que sienten: tejen sentadas en el sofá frente al televisor y no levantan la cabeza, solo escuchan a los personajes. Han aprendido a distinguir las voces y no necesitan mirar la pantalla. Una imagen clarividente sobre su manera de vivir todo cuanto les llega de fuera, las vivencias, las entrevistas, los premios… siguen tejiendo sin levantar la cabeza y sonríen cuando sienten que su manta hoy abriga a un niño en Tanzania, sus patucos calientan los pies de un anciano en una residencia, sus amigurumis hacen felices a los niños que los acogen con sus brazos…
He escogido el título de este artículo siendo las palabras que Gema utiliza con frecuencia para hablar de su labor: tejiendo redes. Utiliza el gerundio, no el infinitivo, y habla de redes porque el latido de estas mujeres, otrosí de su labor de ayuda a los demás, es la interacción que consiguen entre personas y colectivos de índole variada, se encuentren en el lugar en que se encuentren. Puedes conocer a estas maravillosas personas en el CA2M de Móstoles, se reúnen allí todos los miércoles de once a una. Charlan sobre sus cosas, se hacen bien de manera pura y honesta, mientras tejen y viven con pasión cada punto de cada hilada. Los chicos de AMAS (Agencia Madrileña de Atención Social), procedentes de Regordoño y de Zurita, se reúnen con ellas, mujeres de procedencia, condición y edad diversas. Algunas tejen allí, otras traen lo tejido y se llevan lana para proseguir en casa. Todas tejen en casa, en verdad, y realizan en el hogar el trabajo más importante, pero los miércoles son un día de encuentro. Gema, Miriam y Toñi organizan un poco las labores, pero aclaran que no manda nadie, que mañana es posible que no esté alguna de ellas y otras prosigan la labor, y que todo se consensua de manera natural y sobre la marcha. ¿No es verdaderamente prodigioso? Solo tejer y ayudar. No se han constituido en asociación ni desean otra estructura social que el de un sencillo grupo de personas tejiendo para ayudar a los demás. Estoy de acuerdo, solo el verbo “constituirse” daña su espíritu y su naturaleza. Recuerdo la niñez que nos permitía acercarnos a otro niño y preguntarle si quería jugar o cuál era su nombre. Amigos desconociendo si volverán a verse, amigos sin prejuicios ni desconfianzas. Lo importante es el juego, interactuar. He conocido a nuevas amigas y son extraordinarias. No sabréis cuánto hasta conocerlas. A menudo las preguntan: ¿qué necesitáis? Ellas responden lo mismo en cada ocasión: lana. A la entrada del Centro CA2M han colocado un cesto donde cualquiera puede donar lana. Es lo único que necesitan. Si quieres unirte a ellas será espléndido porque cuantas más manos haya, más podrán tejer. Pueden donar cien en lugar de veinte, pueden colaborar en más proyectos y pueden ayudar a más personas.
Al final de mi encuentro, se acerca al grupo una mujer con trastornos psíquicos y canta El Rey, la célebre ranchera de José Alfredo Jiménez: … con dinero o sin dinero, hago siempre lo que quiero… Sonrío mientras Gema me habla de esa mujer, que se acerca algunos miércoles solo a cantarlas. Es un instante, una imagen, que nos alegra a todos. La vida debería ser así de sencilla, nosotros deberíamos hacerla así de sencilla. Sin ocultismos ni prejuicios, sin intereses ni enrevesados poliedros mentales. Tejer con aplicación y cariño, y apreciar cada voz mientras cuentas los puntos de las hiladas. Esas plantas florecen, enraízan en el alma y florecen en instantes de felicidad y plenitud. He de agradecer a Tejiendo Móstoles no solo su labor sino su espíritu y su infinita generosidad, también al personal del Centro CA2M y a toda la red tejida, tejiéndose y por tejer. Hacen de este valle y de esta Villa un lugar más hermoso, donde cabe la esperanza y el amor. Y solo necesitan lana para hacerlo.
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